Pedro Lira Rencoret (Chile, 1845-1912)

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Pese a estudiar leyes, el mundo del arte empujó a Lira a emprender una carrera pictórica que comenzó con sus clases en la Academia de Pintura en 1961, donde dejó huella. Durante diez años (de 1872 a 1882) vivió y estudió en París. Las técnicas que aprendió en Chile las reforzó y amplió al calor de los grandes maestros franceses, como Delaunay y Laroche, de quienes tomó el impulso hacia temáticas históricas y mitológicas tan cercanas al neoclasicismo imperante. Ejemplo de esta temática es su obra más conocida, La fundación de Santiago -1-, imagen mitificada y heróica del pasado de la ciudad de origen de Lira.

La importancia de este aprendizaje europeo radica en la asimilación de una concepción mitificada de la historia, idea que trajo consigo, muy enriquecida, en su vuelta definitiva a Chile.

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De su retorno a Chile permanece su figura dominante en los ambientes artísticos del país, su influencia y su magisterio sobre tantos artistas que marcaron junto a él la época más floreciente de la pintura chilena. Ensayista agudo, crítico fino, Lira organizó innumerables exposiciones y actos relacionados con la promoción artística, sin nunca abandonar el ejercicio de su obra. El Museo Nacional de Bellas Artes es el resultado de su empeño como promotor.

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Como profesor de la Academia de Pintura durante más de treinta años, Lira defendió una postura academicista en todos los frentes, ya sea el teórico como el práctico, frente a todos aquellos nuevos aires que proclamaban la liberación del artista, la autonomía del hombre como creador de su propia obra. Siempre en disputa con el Impresionismo, Lira vivió un tiempo convulso, un ambiente en constante dialéctica, donde Lira fraguó una obra que mantuvo un difícil equilibrio entre el clasicismo académico y la presencia de su personalidad imponente en cada uno de sus cuadros.

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Alfredo Valenzuela Puelma (Chile, 1856-1909)

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Nace en Valparaíso en el año 1856. Cumple sus estudios de arte en la Academia de Pintura, bajo la tutela de los maestros Ernesto Kirchbach y Juan Mocchi. Su educación académica, que influyó mucho en sus primeras obras, pronto dio paso a una personalidad independiente. Alfredo Valenzuela perteneció al llamado “Grupo de los Cuatro Maestros”, que junto a Pedro Lira, Juan Francisco González y Alberto Valenzuela Llanos movilizaron el mundo del arte chileno a caballo entre dos siglos. Por ello el grupo es también conocido como la “Generación del Medio Siglo”, que incluía a los artistas nacidos en la década de 1850.
Hacia el año 1881 parte para París, becado por su Gobierno. El entorno que le rodeó lo describe como un personaje activo y profundamente vitalista. En París aprende las técnicas de pintores de la talla de Ribera, Julio Bretón, Rembrandt y Tiziano.

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En 1885, con la lección aprendida, regresa a Chile. De ese mismo año es su obra La perla del mercader -1- que queda expuesta en el Salón de París, adonde retorna en 1887 con una nueva beca.

El final de la década del los 80 del siglo XIX es el gran momento de la pintura de leyenda parisina: es el tiempo de Tolouse Lautrec, de la bohemia de Montmartre o de Gaugin huyendo hacia Panamá y La Martinica.

Desarrolla como tema el desnudo femenino, el cual utiliza como un factor de estilización. Un buen ejemplo es La Ninfa de las cerezas -2- que representa el punto central de su creación en ese momento. La obra respira un lirismo sublime, una poética no exenta de cotidianidad, una naturaleza muerta recogida en el seno de la vida que evoca el desnudo femenino. Otras obras que ejemplifican esto son “La Magdalena” o “Náyade cerca del agua”.

Dejando de lado el desnudo, otros temas que aparecieron en sus obras fueron la figura humana y el retrato, motivos paisajísticos tocados por el Impresionismo, naturalezas muertas, temas orientales y religiosos.

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Se dice que es su hijo menor, Alfredo, fue su modelo para La lección de geografía -3- una de sus obras más conocidas, y su otro hijo, Rafael, posó para su retrato Mi hijo Rafael -4-. Su única hija murió a los pocos meses de nacer.

Su último viaje a París lo realiza en 1907, sin beca y por sus propios medios. En esta ocasión trabajó en actividades no relacionadas con el arte. Su vida empezó a deteriorarse física y mentalmente, acabando sus días en 1909 ingresado en un sanatorio mental en Villejuif, un pueblo cercano a París.

Alfredo Valenzuela encumbró la pintura chilena de fines del siglo XIX a cotas inéditas hasta el momento. Igualó en perfección a cualquier artista de su generación, ya fuera en América como en Europa. Chile se asomó al mundo gracias a pintores como él. Partiendo de un academicismo del que fue un verdadero maestro, llevó su arte a la genialidad sin perder el pie de las influencias de los pintores renacentistas y barrocos de los siglos XVI y XVII.

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